miércoles, septiembre 28, 2005

El Rastro




28-09-05: Me gustaría que este amanecer ocurriera en la playa y que estuviera sonando el aria de las bachianas brasileiras Nro. 5 de Villalobos. Me gustaría que el sol tardase bastante en salir o que se detuviese gozozo en un punto de su aparición y que se pusiera a escuchar conmigo la música más lenta, el sonido de ocho cellos alargados, amables, íntimos. O de dos sonatas sublimes para cello, piano y rubia.

Ahora tomo un libro y leo:

Estoy en Buenos Aires, acabo de llegar, soy Nora García: me han invitado a escuchar en el Teatro Colón un concierto de Daniel Barenboim. Cuando sale el pianista, la gente se pone de pie y aplaude con entusiasmo, largamente. Barenboim no es muy alto, es rubio (¿o muy canoso?, unos cuantos cabellos embarrados en el cráneo); desciende con cuidado, pero con agilidad, un pequeño estrado pintado de rojo (escalón que subraya y a la vez revela la belleza dilapidada de la madera que recubre el escenario), viste un traje negro (es casi, sin llegar a serlo, un smoking), saluda con cordialidad y cierto asombro; cuando se recuerdan algunas de las fotos de sus discos se percibe que ha adelgazado y envejecido, hay una foto especial que me conmueve, en ella Daniel aparece feliz, recién casado con Jacqueline du Pré, su cabellera es voluminosa y oscura, rizada...”.

Sé que seguiré leyendo hoy a Margo Glantz y sus melómanas páginas de El Rastro. Sé que el día está comenzando bien.

martes, septiembre 27, 2005

Onetti y los paisajes invisibles


Onetti

27-09-05:

La mañana. Las primeras líneas. El café. El agua. El poema por leer y el poema por escribir. Las cosas que se despiertan. La luz que se atrasa un poco. El paisaje invisible. El tiempo.

El Turco Najul hablará el próximo sábado de Literatura y Medicina en la clínica Razetti. Fue invitado por Vicente Guerrero para participar en un foro junto con Raúl Díaz Castañeda y Orlando Pichardo. Piensa el Turco leer unas páginas en las que Groucho Marx relata una visita al médico. Me pareció estupenda esa escogencia. Será, incluso, una grouchada inesperada en el ambiente.

Le sugerí al Turco que revisara también otros materiales para que los llevara debajo de la manga, por si acaso. Así, le mencioné que el médico como personaje destacado de algunas obras literarias no me parecía mal tema. Le referí, entonces, a Díaz Grey, un médico de Onetti, borracho y desolado, que en sus momentos de distracción hacía de hombre de ciencia y ejercía su profesión. No olvidaré nunca el final de uno de los primeros capítulos de Juntacadáveres, donde Díaz Grey recuerda “paisajes invisibles” ni tampoco su consultorio en La vida breve, desde donde contempla la llegada del río y las calles sinuosas de la ciudad fundada por Brausen.

Ahora que lo pienso, me digo que debe haber un largo estudio académico sobre este gran médico de la narrativa latinoamericana, así como diversas tesis y tesinas en universidades de Norteamérica sobre su imaginario existencial. Adivino títulos: “El arquetipo hipocrático en la obra de Juan Carlos Onetti”, “Díaz Grey o la soledad profunda del médico”, “La semiótica de la medicina y de la literatura en una alianza onettiana”, “Poesía y medicina en la Santa María de Onetti”, “Díaz Grey, mitología de un médico novelista escéptico y humano”, “El médico de Santa María y el suicidio”, “Díaz Grey y la etiología de la soledad”, etc.

El Turco pareció interesado en el doctor Díaz Grey y en su ficción melancólica dentro de la ficción onettiana. Ahora copio el fragmento que recordé ayer y paso a contemplar mi propio paisaje invisible:

"Friolento y saltando en el asiento trasero del coche, Díaz Grey olvidó la jornada mientras recordaba sensaciones de otros paisajes invisibles, de otras travesías nocturnas en inviernos lluviosos, de rostros y ademanes, de soledades, de repentinas y cortas creencias. Desde hacía muchos años su memoria era impersonal; evocaba seres y circunstancias, significados transparentes para su intuición, antiguos errores y premoniciones, con el puro placer de entregarse a sueños elegidos por absurdos"

(Juan Carlos Onetti, Juntacadáveres)

sábado, septiembre 17, 2005

Los tigres beben sueño...


Los tigres beben sueño en esos ojos
(Octavio Paz, Piedra de sol)

Copio un poema del nicaragüense José Coronel Urtecho, para seguir con la "tigritud" del neonachismo:

"EL TIGRE ESTÁ EN LA NIÑA

(`Tiger! Tiger! burning bright
In the forest of the night`
William Blake)

El tigre está en los ojos,
Preso entre curvas mansas, perezosas,
Despertando del lodo como vegetaciones
Entre panales y gorgeos al borde de la cama.
El grifo abierto, el rumor, el vapor de la bañera,
El zumo de naranja, las tostadas,
Todo lo que se apunta con la lengua del lápiz,
El gesto de la mano que suelta una paloma,
Los pechos como nidos ocultos en las ramas
Y una serpiente dulce como un canto
Entre viejas consolas y entre jaulas de flores.

Buenos días, muchacha hace tiempo olvidada,
No despiertes del todo en la visita,
Sigue tus infalibles líneas ecuatoriales,
Siempre dormida, virginal, obscena.

¿Conoces tú a la dama de la mano en el pecho?

El tigre está en la niña del ojo de la mujer."

(José Coronel Urtecho)

miércoles, septiembre 14, 2005

Cocineros en Medellín


Cuchi, Rufa y Ricardo

Cuchi y Ricardo representaron a Venezuela. Rufa a Colombia. La cocina venezolana y la colombiana se lucieron. Felicitaciones.

sábado, septiembre 10, 2005

Monod actúa

En un primer plano debe aparecer Guy Monod. Ha de estar concentrado en lo que escucha. Escuchará a Glenn Gould en las Variaciones Goldberg. Mientras el plano se va abriendo, aumentará el volumen de la música. Descubriremos que Monod también está leyendo. Vemos la tapa del libro y leemos: "Contrapunto, Don DeLillo". Algo en el ambiente nos dice que Monod está actuando para la primera escena del neonachismo buñueliano.

El montaje en paralelo permitirá saber que al mismo tiempo Tigre Garmendia apresura el difícil paso en la calle Bucareli. Lleva un libro en la mano. Apenas podremos apreciar una M en su portada...

El director (o el escritor) grita "Corten" y llega, por ahora, hasta aquí.